Con ustedes el primer capítulo, el capítulo introductorio
Como diría su majestad Shakira, “Las caderas no mienten”, y las mías, a pesar de los tornillos, son demasiadas sinceras…
Antes
de comenzar, quiero explicar el nombre de esta cosa, pues la palabra “manía”
tiene una connotación psicológica que se puede malinterpretar, aunque sé que la
mayoría de lectores lo tendrá con este texto. Llevo muchos años haciéndome algunas preguntas que se disipan
cuando recuerdo que escribir me ha dado la libertad que la Ultra Derecha me ha
quitado, el cristianismo me ha impuesto para buscarla y la única autoridad en
la que creo me ha demostrado. Son las 12 y 51 de la madrugada y realmente el
concepto de mi vida se define como una rebeldía consciente y que la mayoría
esperamos se cumpla. A veces hablo con
mi mama de lo difícil que es vivir cuando la sociedad te dice que tienes que
mostrar ojos de lastima para conseguí lo que quieres y eso donde lo que me
retumba muchas veces, no quiero lastima de alguien para conseguir lo que deseo,
lo que por derecho es mío y de mi hermano. Son las 12 y 59 casi la una. Y tengo
que acabar con las primeras palabras de esta cosa llamada mi biografía. Si soy
una mujer pretenciosa, pero tengo parálisis cerebral Espástica ¿Qué más
quieren?
como un torbellino, aquel muestrario de abarrotes en la que
el color se me insinúa interfiriendo día a día.
La palabra manía
tiene como significado «locura, demencia o estado de furor». se denomina también
a la costumbre o comportamiento raro o preocupación injustificada. En mi caso
va más bien hacia la pasión que tengo para con la vida, el amor y las letras,
hasta tal punto que es exagerado. Por ende y ya dejando claro esto; este escrito lo pongo como el inicio de
la existencia entre la respiración y el orden de las cosas que se configuran en
el mar de la incertidumbre. De hecho, la humanidad y la sociedad me han dado la
capacidad de verme como alguien y no como el suicidio de un alma cocida en la
tarde del 30 de marzo del 93, dejándome el camino para tener una construcción
mental dada a la guerra, a las bombas y al rock, demoliendo los vicios de la
política además de las costumbres esperadas, de una mujer. La mujer, que tenía
hijos al azar sin nada que ganar, pero perdiendo la vida propia.
Escribir
esto, desciende hacia lo consciente en la realidad como lo digo, pues no se
puede decir que estoy equilibrada, por dios si es que soy una mujer de los 90,
la última generación que vivió la televisión y la radio como el hito de la
revolución, la generación que vio nacer el internet y los intentos de los
chicos para entrar a un mundial, la caída de las torres gemelas y la llegada
del reggaetón, el auto toné, la proliferación y la globalización puntal de lo
que ya no se nos hace esperado. La llegada de T.A.T.U y con ello la búsqueda de
una sexualidad desde muy temprana edad, sin olvidar la homosexualidad de
Frezzer y el bendito fan services de los dibujos animados japoneses y en
general del mundo. Soy una mujer de los 90, que creció con la idea de encontrar el amor a los 20 años, y vivir con el tipo
desde el primer momento-cosa que no se dio y parece ser que no va a suceder,
por ahora– pues al parecer esta generación, mi generación no cree en el amor,
ni el romanticismo, porque pensándolo bien, nos metieron el amor romántico
hasta en la puta sopa, que la existencia de este nos asusta, aunque sepamos que
si es importante y que no necesariamente debe de ser como a nuestras madres o
abuelas le vendieron esa idea macabra.
Me volví algo dispersa en ese tema, del cual
hablaremos más adelante, tendrá un capítulo entero, en el cual contare mi
experiencia e inexperiencia, que a veces me hacer sentir insensata a mis
intentos.
Soy escritora, una que, a la hora del té, no es que le haya ido bien como en el amor de pronto sea el sol a medias, haciendo de mi vida, varias novelas hechas realidad en mi mente, en mi cabeza, porque las editoriales solo venden lo que las pubertas quieren leer, tipos ricos con deseos sexuales hiper jodidos o una joven que se enamora de un vampiro que le quito todas las ganas de tener un amor “normal”, con un hombre lobo o un mago huérfano. Espero que entiendan las referencias.
Escribo ¿Por qué donde más puedo ser libre?, una persona como yo, con delirios de grandeza, y de auto suficiencia, que cree que en verdad será alguien importante. Si soy una mujer de los noventa, codiciosa y sin mucha suerte, desde el comienzo de su vida.
Es por eso que teniendo en cuenta que cada persona es una historia diferente, y mi historia es única y delirante, (eso creo) quiero mostrar a través del tiempo desde el punto de quiebre de varias vidas que han estado sujetas a mi desde hace 27 años (hace 2 años): infancia, adolescencia y juventud, que para muchos son épocas maravillosa de la vida, para mí fue el descubrimiento de lo que soy, una persona amante de la diferencia y que ha tratado de cambiar un poco su rumbo, para demostrar, que ser totalmente común, no es tan maravilloso como lo hacen creer los medios…, si, aquellos medios que nos alimentan con mentiras.
En el trascurso de este documento, me
encuentro con la recopilación de todas de mis ideas, mis romances, y por qué
pienso, como pienso tratando de llevarlos a actualidad comprendiendo, que no
soy la única escritora, poseedora de una manera fuerte y distinta de ver el
mundo y los que nos rodea... aunque es difícil de creer soy escritora y
psicóloga, aquel ser que se dice ser de luz para otros y no para ella, que cosa
tan extraña, pero así de cierta es la vida que escogí.
Comencemos pues…
***
Son las 12 y 33 de la madrugada 12 de octubre de 2020,
del año que pasara a la historia como el año de la oscuridad y el cambio
mental, físico y emocional de todos los individuos del planeta. En mi pueblo
natal Risaralda Caldas. ¿Por qué estoy
escribiendo esto a esta hora?, pues bien tengo la costumbre, la mala costumbre
de quedarme despierta hasta las dos de la mañana, cuando algo del futuro me está
molestando, evidentemente sufro un poco de ansiedad y soy demasiado reflexiva
al pasarme esto.
Decidí comenzar a crear esto este año pues, me faltan
tres años para los treinta y siento que no he avanzado en nada, a comparación
de muchas personas que me admiran o que por lo menos conocen mi historia a
medias-lo mucho o poco que comparto en redes sociales-, ya que me criaron para
ser una mujer muy fuerte y capaz. Son las 12 y 45 de la madrugada y me pongo a
pensar ¿quizás estoy siendo demasiado malagradecida? ¿quizás de verdad necesito
una explicación?
Recuerdo cuando no entendía las actitudes de las
personas, antes de las letras. “pobrecita la niña”, es desde ese momento que me
siento aquí a meditar a las 1 y 3 de la madrugada, ¿Por qué me hicieron sentir
tan insegura de mis capacidades mentales?, a quien putas se le ocurrió decirles
a mi mamá y mi familia, que no iba a ser capaz de ser lo que soy ahora. Pues
señoras y señores, gracias al dios de mi madre, que ella también fue una mujer
rebelde que a su corta edad -13 años-decidió mostrarme que podía hacerlo, de
una forma diferente, pero que podía claro que podía. Solo imagínense este
cuadro, una chica adolescente criando a una niña con déficit de atención,
problemas para hablar y que no caminaría, a pesar de los muchos intentos y
dolores de la niña. A veces creo que la he decepcionado y que de igual manera
he decepcionado a la Camila de 5 años, a la que le toco pasar por todo esto,
pero al mismo tiempo, se que esta muy orgullosa, por todo lo que hemos vivido
(27 de octubre).
Es la 1 y 17 de la madrugada y me conservo el derecho
de mi madre a renunciar a mí y mis intentos de vida. Y ahora que lo recuerdo,
también a mi padre, a él le debo las gracias por demostrarme que puedo hacer mi
mundo sin que nadie me diga, como hacerlo.
Por otro, lado llevo tratando de publicar mil años
(exagerando) y por cuestiones alternas a mí no me sale. Ahora son la 1 y 34 de la madrugada, siento
que soy muy dramática, que la vida siempre ha sido buena conmigo, pero que soy
sin medida alguien qué se le ha dado tantos bonitos golpes que no ser dramática
no es como la respuesta; que ahora me está dando igual, ya he sufrido bastante
por ese tema.
En esta cosa que aún no tiene, ni nombre, ni forma,
estoy escuchando ABBA, que indiscutiblemente me dan vida y me pongo a pensar
que aquí estarán mis memorias, eestarán los problemas de
la existencia, que no se han debatido que pocos seres humanos se atreven a
comentar y compartir su pensar por ejemplo, en estos momentos que soy mayor de
20, tengo una perspectiva diferente de
la vida, ¿diferente en qué sentido?, en los cambios que he dado desde que nací sin
darme cuenta, muchas veces hacemos ciertos cambios; sin darnos cuenta y
ahora que, por fin tomo consciencia de que lo soy, lo que es importante para
seguir y trasformar lo que seré, da miedo, pero el mundo gira en un trato sin
firma que se impone como lo “normal”.
En
ese momento tan crucial continuo con el horario de las decisiones tomadas como
en lo único en lo que me rendí: tratar de caminar y de cierta manera los cuestionamientos de mi familia
suelen ser duros y verdaderamente importantes, sobre este tema.
Aunque las
ocasiones no son adecuadas cómo debería; somos gente sin filtro, en ciertas
ocasiones me preocupa por qué si en esas ocasiones yo he sido la protagonista
de las discusiones no me imagino que pensaran las personas de mis intenciones;
pero tengo una justificación verdaderamente poderosa y esa es mi rebeldía y mi
existencia.
¿Cómo no serlo? Díganme ¿Cómo no serlo? Si vamos dando
tumbos en la vida dando similitudes a las bolas de paja.
Es que, en este capítulo introductorio, debo de
mencionar la vida
Intentando pasar, que la vida es una confirmación de
la existencia, que mi abuelo ya no está y qué mi abuelita es adicta a las cosas
finas de la sociedad, la mujer que me crio a la que le debo tanto, sin olvidar
jamás que mi abuelo paterno no era buena persona y que la otra abuelita, es en
cierta manera lo que es una ser una abue...
A estas alturas de mi vida y a raíz de lo no vivido, debí
esforzarme más que los demás, en la mayoría de cosas. Que les puedo decir, después
de las letras, mucha gente resulto admirándome, esa misma gente que le dijo a
mi mama que no, que no esperara mucho de mí y que me llevara a un centro de
personas con condiciones mentales diferentes. ¿saben lo intolerante que
resulta?, es que la manada a veces suele ser hipócrita y envidiosa, no se puede
alcanzar a imaginar el desastre que era a la edad 13 años por aquellos
comentarios tan oscuros, aquello será un capítulo completo, pero esto resulto
cuando por fin entendí que las personas no eran tan buenas como yo lo
imaginaba.
Desde el momento cero que me dijeron, que no podía
caminar y que, si quería hacer algo, era para mejorar la dichosa calidad de
vida y no para volarme con mis amigos en una bicicleta… el mundo se me partió
en dos, en partes tan iguales como diferentes, a los 11 años etapa más crucial
de todas, en la nevera colombiana en Bogotá es otro capítulo demasiado
importante porque allí fue donde mi hermano nació y me di cuenta que los primos
lejanos están más locos de lo normal.
Volviendo al tema introductorio ¿Saben? Yo
era una de las niñas que formaba palabras con la sopa letras, después de
aprender a leer y a escribir, y la que imaginaba historias que la llevarían al
cambio conceptual de la existencia, a tener un motivo bastante grande para
desear vivir de mi pasión, mi amor verdadero y la concepción de una realidad
bien fundamentada en lo que para mí es feminismo, otro gran tema del que
hablaremos luego. Lo importante es que, si tengo la pañoleta verde y la morada,
por razones obvias, entre esto y mis gustos se hace bien bonito el camino
angosto.
Pues
no soy calmada, pero si soy una adulta soñadora, rockera y maniática, esas son
las cosas que debo complementar para llegar donde quiero…
***
¿Como
comenzar esto sin juzgar y sentirme juzgada por mi propia voz? ¿Cómo es
interpretar un papel que jamás quisiste? Pensaba escribir el primer capítulo,
desde la remembranza de los primeros saludos de mis padres o desde que mi
familia materna piso suelo risaraldita. Pero entendiendo que esos sucesos no
los viví entonces decidí que comenzare por el primer momento en que me sentí
totalmente diferente.
En
mi familia materna, en los 90 eran tres nietos y su
escribana presente. En lo personal mi genero no importo para que mis primos,
tanto ellos como primos por parte de mi familia paterna, me incluyeran y
buscaran la forma de jugar conmigo. Yo estuve en la guardaría que era dirigida
por mi tía, hermana de mi papá, y allí nos cuidaban a todos-casi
siempre-. A pesar que los niños y las niñas de mi grupo infantil jamás me
hicieron a un lado; los adultos por ejemplo mi tía y a mi abuela, tenían
alguna preferencia por mí y me perdonaban todas las pilatunas que entre los primos
se creaban, quizás nunca lo note, hasta que una tarde, los regañaron a todos
menos a mí.
Y
mi abuela me justificaba con “Yo no le digo nada a ella, porque ella es
diferente”, aunque muy en el fondo sabía que yo era la culpable de todo, nunca
pude comprender el por qué, de tantos privilegios, hasta que me hicieron la
primera cirugía, a la edad cuatro años.
Desde siempre fue desmadre, una mujer complicada y que de verdad es tan fuerte, como puede, volviendo al tema puntual.
Mi
brazo derecho fue operado con la intensión de des tensionar los tendones y
poder abrir (medio abrir) la mano. Desde ese momento ya no pude jugar con mis
primos como quería, y tenía un puto yeso que me picaba y me lastimaba la
manito.
Una niña poseía una mano de yeso y no fue
porque se quebrará saltando o subiéndose en un palo como la mayoría de niños de
mi edad, aun mas en esa época. Por esos días ya iba a fisioterapia y tomaba
medicación, porque desde muy pequeña tuve una mala salud, debí asistir al médico
casi todos los días porque mi sistema inmune era un mal chiste, con unos malos
pulmones y mis amados riñones no eran muy funcionales, sin contar el maldito
colon que a veces aun me atormenta.
A
raíz del yeso en la mano, hubieron noches de insomnio y lágrimas, fiebres y
bajones de salud que me llevaron varias veces al hospital, a pesar de esto, como
siempre he dicho “Soy rebelde”, así y todo gateaba por toda casa, me gustaba
ver a mi mama cocinar-cosa que aún lo hago-, entonces la acompañaba a pesar que
no debía, el yeso era como un guante que por varios meses me estorbo como
nadie, no podía dormir y por obvias razones me lastimaba la cara o me pegaba
con él, de tal manera que dejaba varios chichones en la cabaza. Tener parálisis
cerebral (secuela de la meningitis), no es para tener un yeso.
Mi mamá en ese entonces me bañaba y les echaba
polvo a mis deditos de bebé pues si no se sancochaban y me ardían, mi mano
derecha no es muy desarrollada. Mis
abuelas me daban dulces, y mi abuelo, a pesar que le partía el alma verme así,
siempre trataba de ayudarme a disminuir el dolor con sus risas y sus mimos. Y
ahora que lo recuerdo con ayuda de mi papá, tocaba música para entretener el
malestar, además sin olvidar que mis primos aprendieron que no se podían meter
con el yeso de una niña súper poderosa… Ahora una mujer dinamita.
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