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3 -La regla de ser escritora, el comienzo -Las Manías

 Recuerden, que a veces los textos no son realizados en orden de tiempo, solamente que se van dando coherencia de acuerdo a lo deseado trasmitir.

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“Y es que no es fácil de aprender algo de lo que se debió hacer desde siempre… Escribir es más que vivir, es respirar, es existir.”

Son las 11: 27 de la mañana, del mes de noviembre del año 2023, me encuentro sentada en la silla eléctrica, este es el momento en el que me siento más libre, escribiendo, configurando un poco la vida misma. 

29 de enero del 2024, mi realidad al ser escritora, me pide respirar y ser, tomar la valentía que a veces se va por el tubo, poco a poco, llevo siendo esto gran parte de mi vida.  En este texto medio, amargo, pero muy real, el cual trata de empatizar todo lo que soy, aun sabiendo que a veces las letras son mi único camino, voy a tratar de contar algo de este proceso, pero de una forma interna, de lo que me ha tocado hacer para salvarme el pellejo y la realidad.

 Si, a veces, nos cansamos en la mayoría de situaciones, pero, aun así, no queremos rendirnos, pues somos incapaces de dejar lo que una vez fuimos y apreciamos como tal, aunque a veces cortarse y dejar huella es mortal y desagradecido, en mi caso todo lo que un día quise lo he logrado… pero de cierta forma siempre va a faltar algo de hecho escribir esto, justo después de cumplir 31 años lo demuestra.

Han pasado meses y los meses se volvieron años, y los años se resumen en expectativas, las cuales casi siempre van en búsqueda de la verdad, pero detrás de aquellas expectativas se encuentran los sueños de una niña que debió enfrentar muchas cosas que no necesitaba, recuerdan que les conté, sobre la soledad, el abandono y el enfrentamiento de una sociedad, el choque y la decisión que abrió otras cosas.  Por ello, se me suma en la garganta un nudo, al darme cuenta de todo, el camino que he recorrido y que me falta más, mucho más para llegar donde quiero estar… pero respiro de vez en cuando, sonrió con los ojos hechos agua y me digo. 

“Soy muy fuerte, valiente y capaz”, pero siendo también realistas, eso cansa, cansa ser fuerte y valiente y capaz… Cansa deber a la sociedad.

La literatura me ha dado alegrías, tristezas, diaconías y amor mucho, amor, aunque de cierta forma nunca me he parado, nunca me he detenido a pensar lo que soy, siempre lo he dimensionado, como una mujer, una mujer de los 90, aquella que escribe, porque tiene que escribir, porque es parte de su Revolución y porque realmente si no lo hace morirá en el camino, porque siente que cada palabra es una gota de sangre, cada palabra una laguna de fantasía. Y definitivamente cada historia que he escrito con el corazón es una parte de ella.

Pero lastimosamente y siendo más realistas que nunca, la literatura como tal da un síndrome que, muy difícilmente, logramos conseguir paz. Es una lucha incansable, es la muerte de un momento.  

Este se llama: “Síndrome de impostor” 

Es la triste sensación de no sentirse mecedor de cosas, bonitas o éxito, es el sentimiento que se provoca por la inseguridad que hay cuando, cuando vemos a los otros ir más adelante que uno… aunque sepamos que son caminos distintos y demás.

Y aquí es donde comienza, el menosprecio por nuestro trabajo, las ganas de huir siempre, pero también la claridad de algunas cosas, como, por ejemplo: La capacidad emocional de superar esta racha y tratar de sentirse cómodo con la piel que nos tocó, en mi caso con el peso de las decisiones, además de ser una mujer con distonía que no va a lamentar. No en estos momentos.  


De cierta forma, es un llamado de atención a los que realmente me han leído y que me conocen, también como parte de mi vida y mi familia, lo que yo considero mi familia. Usando la voz junto a las palabras, el consejo, los viejos anhelos y a veces retumban en las fotos de esa niña.

Yo era de esas niñas, de las cuales jugaba porque tenía las mejores partes del mundo, desde su cama o un mueble, y creía que esa era la normalidad, jugaba hacer princesa no podía gatear en el suelo que estaba hecho de tierra, pienso que es desde ahí comenzó la pasión por crear mundos en los que pudiese ser “libre”, y querer ser líder en un mundo en el que si no eres perfecto o no cuentas con miles en las cuentas no eres nadie. ¿Pero adivinen qué?… ESA NIÑA está demasiado orgullosa, pues sabe que el proceso, aunque largo, lo estamos haciendo lo mejor que hemos podido.

La constante es eterna, es una montaña rusa, y otras veces vuelve uno a reconocerse como una persona capaz, con capas y sin capas, con silla o sin silla, pero aquí estamos todos con muchos sueños y con muchas ganas de volar, no soy la única que sueña de esto. Tampoco soy la única que sueña con el eterno camino de escritor y después de todo y después de la nada y después de la conciencia, en la que me hallo sentada en mi cama escribiendo unas horas nada sanas… Siento que soy noctámbula, me gusta expresarme de noche. 

Es una reflexión constante y un gran anhelo, en que todos podemos ir de la mano, intentándolo, a pesar de nuestros problemas… Creo que las cosas que uno hace con amor se reflejan en todo.

***

Es que no puedo mentir cuando digo que la regla personal para ser escritor es la imaginación y la pasión, yo comencé recién a los 9 años hace ya casi 21 años con esto, sin ni siquiera proponérmelo, siempre he dicho que la fuente de mi propia imaginación más grande ha sido mi necesidad de sentirme libre de sentirme que era capaz de ser lo que sea y de conquistar el mundo, gracias a eso y a mí, mala condición física, pude crear un universo, mi primer universo el de “Sofía el principio del fin” que años más tarde sería mi primer libro y sería la pregunta indiscreta para cuestionarme toda la religión judeocristiana, católica. 

Que aún todavía llevo cuestionándome porque no solamente fue la pregunta sino como fue el desarrollo de las personas y cómo se lo tomaron cuando le hice esa pregunta a ciertas personas importantes de mi vida, por ejemplo, como siempre he dicho, mi abuelo fue el precursor de esta vaina.

¿Por qué Dios no es mujer?

 De allí, surgió todo, siempre he pensado que fue mi propio big bang, esto es tan legal como decir que mi condición me ha hecho dudar de todo.

El hombre fue el que dio la idea y el que seguiría dando la idea. A mi abuelito se le ocurre decirme que yo era a Dios.

Y de esta forma transformarle la química a una niña con discapacidad en la niña diosa de esa época, ahora no me da pena decirlo, pero cuando era adolescente recordaba, me daba vergüenza.

 Aunque siendo sincera, jamás me dio pena, no tanta. Cómo caer en sus mentiras, capítulo siguiente.

Ahora lo entiendo más, de una manera consciente y de una manera más creíble a lo que es, porque si vamos a hablar de que de los seres humanos debemos de creer en alguna cosa, porque no creer en nosotros mismos primero y ya después vendrá lo que venga a devenir. Era una forma de decir:

“Usted puede ser lo que quiera ser, hasta dios si quiere”


Y me lo tomé muy en serio, tan en serio que decidí salirme de todo contexto religioso.

La verdad me acuerdo perfectamente que ese día mi mamá regaño a mi abuelito por qué sin saberlo él le dio las alas suficientes a su nieta para empezar a investigar y crear un mundo o la reencarnación De Jesús en Sofía y de pronto me maten qué es lo más seguro por eso esta historia o más bien este personaje en cuestión le tengo un tremendo cariño porque además de ser la primera historia que cree es básicamente el comienzo de todo.

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