En tu piel…
Que quede, en la constancia del papel, que jamás en la vida tuve intención de abrirme de nuevo a alguien, de dar un poco de mi luz al sueño primaveral de tu piel, de desear constantemente tu risa, tu sabor, tus muchos accidentes, él desgane con el que te levantas y haces mis días bonitos. No tengo más que decir, además de obviar la frecuente búsqueda de encontrarnos, en los libros, en las canciones y en la mirada de quienes nos miran sin mirar, quienes nos escuchan sin olvidar. No intento sonar como el soñador sin metas, sabedor de la perdida de su alma, pero acaso esto no es amor ¿Perder un poco el miedo y dejarse llevar en el de barco de papel? Deconstruirse en la intimidad y dejar las inseguridades en el fondo de la basura.
Dejándote arañar la espalda improvisada, en donde tus alas, las cuales ya no están como desgracia verdadera.
No puedo decir que tienes la dicha o fortuna de acabar hundida en la meticulosa piel blanca, similar a la vaselina encontrada por mi hermano, más chico: un perro gigante. Pero te puedo asegurar que el vino, sabe mejor de tu boca, adelantada para esta vieja, que no hace más que acomodarse en sí misma y no aparentar locura.
No tengo razones para mentir, ni un poco, si a veces no me crees es porque la razón de no serlo es falsa y prefiero ser esa tan extravagante como sea posible, entiendes que es mi forma de hacer las cosas, tan trasparente como el agua y tan suave como una pluma.
Y te toco, sin tocar
y te beso con la necesidad,
de encontrarnos en la mañana de aquel domingo, en que te acomodaste en mi pecho y lamiendo y perforando un poco la racionalidad, que a veces no poseo en la luna menguante, en lo que pone la piel de gallina.
Si me preguntan, ¿por qué creo que la poesía, es tan importante como las matemáticas? Solo responderé, que las matemáticas, sirven para contar y la poesía es para escribirla en tu piel.
Besos con mucha tinta…
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