¿Qué pasaría si alana si
hubiese quedado con Cruz y no con Borges?, y se hubiese escapado de Daniel.
Bueno esta pequeña invención mía no es canónica, pero sí va a ocupar un poco de
tiempo.
Pues la verdad quiero que la
disfruten, mientras que escribo el capítulo de “las Manías”.
Bienvenidos al Caos Profano.
De alguna manera me encantaría saberme hacho
espacio en su vida de quedarme con ella, de interferir lo suficiente para que
me amara a mí y ser su primer amor. Cuando la mire en sus ojos habitaba un
anhelo refrescante de ser inocente sin daño comenzando a decir.
Pasaron siete años después de
que dejara a Alana sentada en una silla de ruedas en sus 15 años, por cosas del
destino y de la vida.
Ella esa misma noche decidió
confesarse con su voz extremadamente melodiosa y encantadora, esa chica era
toda una princesa que tenía un encanto apenas en capullo, era una pequeña que
se volvería la mujer más hermosa de Risaralda y sus alrededores.
—Quiero esperarte, quiero
estar contigo, Cruz, sé que mi situación no es la mejor—refiriéndose a la silla
de ruedas, a sus intentos capaces de ser una con el universo y con una sola
ala, volar sin miedo. — pero estaré aquí
esperándote, ¿me permites esperarte? —mi hermano estaba algo lejos, pero la
dulce voz también le había calado y eso sería un problema muchos años adelante.
En ese momento, mis manos
picaban y mi boca deseaba robarle su inocencia y candor, pero no iba a ser
fácil, deseaba cubrirla con paciencia de amor.
Lo único que pude hacer fue abrazarla, no pude
más que rogarle el cielo, que su amor tan bonito e inocente que esa mujer tenía
para mí se quedara conmigo.
—Volveré cuando seas mayor de
edad, y estaré contigo, espérame, por favor—, le dije mirándola a los ojos y
tratando de que las miradas se conectarán—, te extrañaré tanto, Ali.
Evidentemente, mi primo, Josmer Santana,
decidió hacerse de guardaespaldas personal de la señorita Marco y yo, como el
idiota enamorado que era de esa mujer, decidí esperar y volví con todo, pero
todos cambiamos y de hecho las cosas se complicaron de una manera que, Alana,
jamás entendería. No pude volver solo, la primera vez, y me encontré con que
ellas eran primas. Que Alma Jaramillo era prima mayor de Alana.
El dilema existencial que iba a ocurrir
cuando le contara lo que hice también para destapar una olla de esta sociedad,
haría que terminara odiándome. Recuerdo cuando mi hermano menor me contó caminaba,
por sus propios medios devorando las primeras planas y los primeros destacados
de las redes sociales, ella era una mariposa social. Era la más bonita de todos
y siempre será de esa manera, yo solamente pude guardarme aún más cuando tuve
de misión absurda enamorarme y/o enamorar a la monja.
Recuerdo que enamorar a
Jaramillo era una misión, no iba a ser el propósito de la situación, no quería
hacerle daño a la niña que también había sufrido bastante, pero, aunque estaba
con Alma, el recuerdo de Alana Marco me carcomía como un pecado. A la escritora
que le prometí una vida llena de amor y de letras, pero no… y cuando descubrí
que ya estaba comprometida y que ambas eran primas, eso me rompió, no podría
darle la cara a la niña que amaba de verdad, no podía ser la persona que la
había ilusionado, y no cumplir con eso. ´
Sé qué Ali me odiaría, pero muy en el
fondo era lo que le podría ofrecer.
***
Al volver a Colombia, no localicé una pancarta con mi nombre, tampoco a mis familiares ni ella a asomándose con una veta de luz en la cornisa. Solo encontré a Josmer y a Derek; este último respiraba con odio después de todo, yo me impuse cuando él le dio por coquetear a Alana.
Ese día nos rompimos la cara, y él se fue para Sevilla, ese día él me abrió los ojos. La Escritora sería una huella en esta sociedad, sería la mujer que claramente amaría por muchos años. Derek me lo confirmó, cuando la volvió a ver en una portada de revista, siendo tan única como una rosa negra.
—¿Puedo saber por qué huyó de Alma?—preguntó mi primo, aun sabiendo cuál era mi respuesta—. Alana ya es una mujer fuera de su alcance.
—Usted sabe que hay una sola mujer a quien quiero con el corazón—. Dije recordando la bonita mirada de la chica en la revista.
Cuando escuché algo salir de la boca de Borges, quien me miraba con odio como si supiera cómo era perder la vida por una mujer como ella. De hecho, mi hermano se había enamorado radicalmente de Ali, que, en el momento de la pelea, no le permitió que se acercara más. Alana Marco Casanova, se volvió mi eterna debilidad.
—¡Ja! —, esa exclamación de mi hermano, era en son de guerra—, ¿me puede decir algo más que suene tan descarado? —Sabía yo, que Derek estaba enojado y más cuando mi primo, Josmer Santana Cruz, me volvió a repetir en el puesto de conductor.
—David, ella se va a casar y usted deja a Alma embarazada —mirando por el retrovisor —, usted es un pendejo.
—Lo sé—, respondí—. Voy a responder por mi hijo, pero no me pueden pedir que esté con Alma.
Sí, ahora ella se va a casar con Daniel Salerno, el hijo del político más corrupto de este país, y no puedo impedirlo, según lo que yo sé y de lo que me arrepiento con la vida, de no escaparme con ella o tomar el beso que ella esperaba de mí.
***
Al día siguiente, estaba tocando la puerta de un apartamento lujoso cerca de la universidad del Ruiz. Niños de cuna, hijos de familias poderosas y, en parte, la gente más oscura del país estaba allí, llevaba un libro, para regalárselo y tratar de hacer las paces.
De inmediato, sentí un olor tan fuerte y femenino, que sabía que era ella, pero había una combinación que no sabía que me volvería loco. No pasaron ni dos minutos y ella estaba en la puerta diciendo.
—Hola, tu hermano, me dijo que ibas a venir…
Esa mujer, ya, no era la niña de la que había enamorado, se trasformó en una dulce locura, en una hermosa epifanía.
Esa tarde, se encontraba con un vestido con un escote algo profundo, era bajita, aún más que Alma, pero tenía un fuego interno, una fuerza que tal parece había cultivado con los años, entonces vi en su dedo un anillo, uno que tal parece era de compromiso.
—¿Qué tanto ves?
—Me prometiste que iba a esperarme—, hable después de un muy buen rato en un silencio incómodo— y te vas a casar.
—Se supone que... ibas a volver a mí—, enseguida le abracé, sin importar lo que pudiese darme un golpe, aún más escucharla, decir —, no sabes cuánto quise que estuvieras conmigo, que fueras mi amor bonito.
—Pero podemos intentarlo, ¿no crees? —Le besé en el hombro, no quería ser invasivo, pero moría por probar todo su cuerpo.
—No, David —me habló sujetándose de mi brazo como queriendo no alejarse de mí. La había abrazado por la espalda. La giré para que me mirara directamente a los ojos.
—Ali, no fue mi intención—, la aprisioné más contra mi pecho, deseándola.
—Pero lo hiciste y me heriste —guardó silencio para continuar —. Cuando ella vino y me contó cómo le hacías el amor, evidentemente yo no podía decir nada, no podía decir que a mis quince años me moría por ti. Que te amaba con inocencia y, sobre todo, la hormona de una adolescente —. El verde selva de los ojos de Alana, era tan diferente, el verde esmeralda Alma —. De igual forma me tendré que casar con Salerno, a él lo amo, además tengo un compromiso con él… Así que puedes volver con Alma, que está a punto de parir a tu hijo.
—No me digas que no luche, no me pidas que deje de amarte — tomé su rostro en sus manos, mirándola directamente, sin importarme que estaba en casa de la familia Hoyos. Le besé, había esperado tanto ese beso. Lo añoraba tanto, muchos años.
Probé su aliento, lo necesitaba tocando su piel con ese vestido que le hacía justicia. No había ropa interior, no había más que un cielo en esa piel, cuando más le deseaba, le quería... Ella me diría qué quería.
—Si me vas a seguir besando de esa manera —ella me besó, mordiéndome la boca, colocando sus manos en mi cintura, tratando de quitarme la camisa con un brillo totalmente diferente al de Alma. Alana era lujuria, era amor, era un fuego que no se apaga —tendrás que hacerlo conmigo y borrar de tu mente a Alma Jaramillo—. Se alejó bajando los tirantes de ese vestido y ante mí se encontraba el verdadero secreto de las mujeres Abadía. La belleza de la manera más hermosa que pude acercar a mí. Alana estaba parada ante mí, mirando mis labios y estaba desnuda. —¿Me tomarás? Lo harás o tendré que hacerlo yo.
Claro, no hable, le sujeté por las piernas para recostarla contra la pared, besando cada rincón de esa boca, mientras ella con sus manos me sujetaba del cabello. —¡Cruz!, llévame a mi cuarto, por favor — Era un fuego diferente, de ese que uno sabe no encontrará dos veces en la vida.
Sin saberlo, mi ropa estorbaba y su piel se lastimaba con mi pantalón, marcándola, al cerrar la puerta con una mano, mientras con la otra le sujetaba la espalda… Era una cama grande, y tan cómoda, que no noté cuando ella me había quitado a sus ojos la incomodidad.
—Ven aquí —la escritora se volvió a aproximar más a mí, mientras me besaba otra vez, se sentó encima de mí, tratando de desvestirme—. Le debes una noche de pasión a la Ali de 18.
—No, una —, lamí su cuello colocando mi mano en sus senos y los apreté duro, jugué con ellos hasta que le escuché un gemido—. Esto será nuestro querido y esperado reencuentro. Amada mía.
—Cruz, si no más te lo recuerdo que hace varios meses estuviste en mi mesa con mi prima jurándole amor eterno —ella me está reclamando cuando estoy a punto de cogerla… ¡Qué descarada!
—Y tú, le ibas a dar el beneficio a Daniel Hoyos, para tomarte.
—Es mi prometido —me acarició con una mano la bragueta y eso hizo que le jalara el cabello, para profundizar el beso, para jugar con su lengua, sintiendo cómo su entre pierna estaba mojada. Perfectamente, deliberada, hacerme caer.
—Buscaré el tesoro que hay dentro de ti —no tardé mucho en colocar una de sus piernas en mi hombro.
Le besé dentro de los muslos, mientras su olor íntimo me derretía. Frente a mí estaba la chica que adoraría moldear. Alana estaba llena de expectativa, y mi cuerpo respondía cada mirada. Y terminé con mi lengua en un lugar demasiado específico.
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