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11- El Feminismo- Las Manías

Hola, gente. 

Este capítulo ha tardado mucho, pero ya está aquí… Ya nos falta uno. El último. 

Como dirían las mujeres detrás de mí: ¿ya podemos firmar nuestras obras con nuestros nombres?, ¿podemos elegir nuestro camino?

 El silencio del linaje se rompe, cuando doy un grito completo y dejo de barajar los conceptos dados. ¿Cómo llegué a esta conclusión? De querer tanta libertad para considerarme feminista, 11:26 a. m. del 17 de agosto del 2024, me encuentro sentada en medio de una sensación nada corruptible a lo que los demás sienten. Ustedes afirmarán: “Es obvio que Camila es feminista, pero no tiene ¿por qué?” Pues bien, a veces se me olvida que en algún punto fui totalmente diferente a lo que se esperaba.

Somos lo que leemos, somos lo que escuchamos, somos lo que sentimos… eso definitivamente ya lo sabemos, pero aquí es donde encuentro un gran dolor que al darme cuenta de que al transformarme en una escritora, he perdido algunas cosas he ganado otras y aquí voy, es algo que me ha costado bastantes lágrimas, sudor y pensamiento, hasta rechazo por mis propios padres, pues al principio de por donde es una situación compleja.

Porque encima de ser feminista soy mujer y soy muy artista, esto a la gente le perturba que el canon se rompa. Además, comprendiendo mi estado actual permanente, se rayan de los conceptos del deber ser.

Como ya sabemos, comencé a escribir siendo muy joven y de esta manera demostré mi potencial para liberar lo que cuesta cargar.

Se los juro, no es fácil, pero es lo que hay.   

El canon común era romperlo sin afán de romperlo. Desde chiquita encontré en un par de personajes de una amada historia un referente: el feminismo me salvó. Aunque haya cosas que no me agradan, porque no tomo el feminismo como algo religioso, a lo que hay que bajarle la cabeza, creo que ser feminista es cuestionarnos todos los días y sentir que nunca estamos invalidando al otro. 

Siempre he dicho que el feminismo nos salva hasta el punto que queramos y no estoy hablando de que los hombres y las mujeres todas y todos deben de saberlo, convertirse en feministas, no debería de ser una obligación, sino más bien una conversación interna, respetuosa e individual, ya que cada persona tiene sus pensamientos y de eso se trata el feminismo y la libertad de expresión, la libertad del pensar y de escoger lo que uno quiere además de considerar lo que es.

Sin embargo, en estos momentos estoy leyendo “La habitación propia” de Virginia Woolf y ha sido una retrospección exhortante porque me siento muy contemplada en ella. Virginia fue una mujer de retos, como Frida Kahlo y como la mayoría de escritoras y artistas del mundo en todas sus épocas.

 Virginia tenía un problema mental (bipolaridad), que le hacía sentir muchas veces sin su sitio de paz además como dice en su en este libro debía de tener una habitación propia para poder dedicarse a escribir y hacer y deshacer y romperse y volverse a construir, no podía concebir que otras mujeres no lo tuvieran.  

 En su discurso que me estaba dejando impactada habla en todo el contexto de la palabra y me encuentro con una mujer muy empática con las mujeres del siglo pasado, con las mujeres del siglo XIX, que son básicamente las más antiguas de su época, cuenta y relata la situación que se tiene ante el hombre como tal y todas las cartas, todas las decisiones que las mujeres hemos tomado han sido nada más que aquel reflejo de la necesidad de la libertad y por eso más que nada, me veo como feminista en la búsqueda de libertad en la búsqueda de encontrar gente que piensa como yo, y que se sientan a gusto y que no se sintiera presionadas por una persona con una discapacidad.

 Ya que escribiendo esto me doy cuenta de que definitivamente soy una persona con discapacidad, pero libre, aunque ha sido una locura. Y ser feminista y pensar en las demás como iguales es complejo, pues muchas de nosotras tenemos contextos, vidas y diálogos internos diferentes; sin embargo, mientras que las demás no piensan así con uno, es muy complicado.  Además, hay que ser realistas, eso es algo que me pone a pensar mucho lo que mi abuelito hizo en mí. 

Mi abuelito decía “que debíamos de estudiar y trabajar, ser independientes”. Mi abue me dio a mí la fuerza necesaria para estar en donde estoy, pero también en ciertas cosas mi abuelito me mostró muchas facetas que no quería que conociera de él, porque la verdad nos rompe los pedestales… Ellos son los grandes que tienen historia y nosotros, los nietos, somos indiscutiblemente el reflejo. Todo esto me volvió feminista cuando entendí que nadie tiene que obligarte a estar con alguien, y fue ese preciso momento en el que mi mamá demandó a mi papá, después de tanto tiempo.

Cuando vi a muchas de mis amigas ser maltratar psicológicamente por sus novios, guardaban silencio y se tiraban palabras horribles que las dañaban, cuando muchas veces se escapaban para volver con ellos… nunca juzgaré a una mujer cuando vuelve o tiende a volver con su maltratador, pues no es mi deber, ni mi posición.

 Y si las mujeres escogemos el mal hombre en cuestión, pero nadie sabe lo que la otra persona nos permite conocer, además nadie nace con un manual de instrucciones, que te digan: ¿Qué tipo de Narcisista eres?

***

Cuando el año ante pasado volví a entablar esa relación que fue tan importante para mí con él, yo le comenté que a mi abuelito era feminista, y que él, en su afán de dejarme herramientas, me dignifico, me vio con buenos ojos… a pesar de todos sus errores, que no me pertenecen.

  Creo que los hombres que han estado conmigo les perturba mucho esa situación y evidentemente lo que pasó con él es que empezamos a chocar mucho muchísimo y aquí es donde recuerdo nuestro queridísimo Montero, el Montero real es una buena persona es alguien que realmente admiraba y que quiero mucho como amigo y que sé que le voy a mandar esto para que se lo lea y me diga: “usted está una loca” y sí le voy a dar toda la razón 


No podría ser feminista, si no tuviera un argumento válido para esto, comenzando desde mis raíces que fueron de dos mundos tan desiguales, pero al mismo tan oscuros, les voy a cambiar el nombre a mis abuelitas, para que no me maten y no me deshereden, pero saben que es mejor hacerlo así  

Mi abuela, Ofelia, se fue con mi abuelo Pedro a los 16 años, buscando escaparse de la vida de humillaciones que sufrió por su familia materna. Hizo su vida en un mundo de maltratos constantes, abusos y violaciones, de los cuales nacieron 7 hijos, entre ellos mi padre. Mucha violencia familiar y destrucción de lo bueno y la concepción de la paz, hasta que mi abuelo murió de una manera violenta.

 Por el otro lado, tenemos a mi abuela Tere y al abuelo Argemiro. Él no le pegó, ni siquiera, una mala palabra, pero hubo algo que dañó bastante a mi abuela: sus constantes engaños y la desvalorización que había entre ellos. Yo amo a mi abuelito, pero jamás he estado de acuerdo, con el sufrimiento y la dependencia emocional que existían entre ellos.

Sin olvidar a mi amada madre, que fue abandonada, me tuvo a los 13 años y aunque ya haya perdonado a mi padre, no me hace ser ciega.  

Ahora viene la triste historia, la más triste de todas y que creo que compartiremos lastimosamente siempre, de la mayoría de mis amigas, de mi madre y mis tías… Y por supuesto la mía: Todas las nosotras, SUFRIMOS DE ABUSOS Y ACOSO. Nadie nos salva de los “machitos de turno.” Y el príncipe es partícipe de esto. 

Me encantaría ir a una marcha, pero sé que, desde aquí, desde mi claustro, puedo apoyar mucho o poco, trato de hacerlo. Y es por eso que ruego a los cielos y a los infiernos que mi voz sea escuchada por todas y todos, aprendí a soñar con mundo de oportunidades, aunque no se pueda decir que la igual del Sistema sea verídico, no perdamos las esperanzas de que el despertar ha comenzado y desde lo más profundo.  

Entonces, quizá conformar el índice de la insolencia y la maldad, no duelen tanto cuando la justificación es que lo hice porque tocaba, entonces ¿Cuántos muertos nos comemos, sin tener la capacidad de contar?, cuando dejamos que los demás nos atraviesen el alma y la consciencia y la amarga realidad.

Esto es tan efímero como los sentires que se producen cuando una tiene buen sexo, con el hombre al que le diste la patria potestad sobre tus anhelos y disyuntivas, tan curiosas como el amor que le tienes a la misma vida.

Quizá la nada es más fácil de tragar que la misma agua que usamos para vivir. Y no estoy sonando como mujer que realmente ha tenido todo, por lo que ha luchado, estoy hablando como sujeto, como persona que está rodeada de una sociedad inhumana, que juega, juzga y rompe hasta con lo más mediático que tiene, que es la vida y la toma decisiones como tal.

Sí, soy feminista y déjenme decirles a ustedes, que me toca la realidad, desde un “privilegio” que yo no pedí, pero que entiendo está mal… Pero es un beneficio, mal llevado, sin tantas oportunidades como los demás creen. Soy blanca y de ojos verdes, pero no quiere decir que todo lo me han dado es gratis y, de hecho, soy tan consciente de que por mi discapacidad y mi forma de pensar, soy más difícil de cualquier mujer “normal”; así pues, que solamente puedo decir, que soy una mujer con mucho poder interno, y a la gente le da miedo eso.

En conclusión, los hombres jamás serán el enemigo, pero la desinformación y el atraco de las  infancias. SÍ. 


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